Carla, crónica de un parto anunciado

Recuerdo muy bien la semana que pasé antes de que naciera mi primera hija. Estaba ya super molesta. Habían pasado algunos días desde que cumplí la semana 40 (el 29 de enero salía de cuentas) y cuando se supone debías nacer. Hacía mucho frío. Mi cara y, en especial mi nariz, estaba hinchada a más no poder. No eran pocas personas las que me decían que tenía cara de ponerme de parto.

Pero no, no te decidías a salir. Así que la gine y yo progrmamos para el día 5 de frebrero la inducción. Yo estaba con cierto miedo, como cualquier primeriza, pero muy confiada en que todo saldría bien.

La madrugada del 2 al 3 empecé con contracciones, que a mi jucio eran regulares. Bastante soportables y así a eso de las 8 de la mañana partimos al hospital con mi bolsa y toda la parafernalia. Allí me presenté con una sonrisa en la cara. Me enchufan a monitores, me exploran y me dicen con la misma sonrisa que yo llevaba que me fuera a casa que estaba "muy, pero que muy verde".

Pues nada marido se fue a trabajar y yo a casa de mis padres, no fuera a ser que la cosa se acelerase. Y, como bien me dijeron, la cosa fue muy lenta. No fue hasta por la tarde que las contracciones se violvieron más intensas.  Recuerdo que salí a pasear al perro con mi padre y como le apretaba la mano. Uff la cosa se ponía seria. 

Aún así aguantamos hasta la 1 de la madrugada, cuando ya empezó el festival. Mi madre y mi hermana me monitorizaban, las contracciones eran cada cinco minutos, y empecé a vomitar del dolor.

Levantamos a marido que había venido a casa de mis padres y de nuevo rumbo al hospital. Monitores, exploración y aunque lo veía verde, la misma gine que me había explorado por la mañana pero con peor cara, decidió ingresarme.

Dilaté despacio, hasta las 7 de la mañana no me bajaron a epidural. Aún recuerdo con pavor el grito que pegué cuando esa matrona me exploró y me confirmó que estaba de 5 de dilatación. 

Tenía mucho miedo a la epidural, pero una señora anestesista se empleó a fondo y lo hizo con tal cuidado que ni me enteré.

¡Qué sensación más buena! allí estaba yo medio pedo con mi epidural feliz de la vida sin dolor.

Hasta las 11 de la mañana no llegó la hora de la verdad. Vino la gine de guardia (la mía no estaba, tampoco lo estuvo en el parto de mi segunda hija. Ya os contaré lo que "odió" por ello) y nos pusimos al lío.

Un poco antes había estado ensayando aquello de los pujos. Y allí estuve yo una hora entera empujando. ¡Estaba exhausta! Además, la matrona en un intento de colaborar decidió apretarme la tripa y me hizo vomitar de nuevo.

Pero, parece que solo funciono bajo amenaza, jajajajaj. Que tienes inducción el 5 pues me pongo de parto el 4, que me vayas preparando la ventosa pequeñita aquella y zas! el mejor pujo de todos hizo que Carla saliera. :)



Y ya estaba aquí nuestra niña, con la misma cara de papá, preciosa y gordita. 3,660 kg y 49 cm de puro amor. Lloramos de felicidad.



Tres puntos de episiotimia que me hicieron sufrir en el postparto y un dolor en el gluteo de empujar importante. jajajajajaj

Ahora, han pasado tres años desde que Carla llegó a nuestras vidas y han sido apasionantes. Tres años en los que hemos aprendido junto a ella a ser padres y que hemos disfrutado al máximo.

¡Muchísimas felicidades amor mío! Es un auténtico placer tener el privilegio de verte crecer.

Te quiero infinito.















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